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Tenemos a 3 protagonistas en el libro. Si tuvieras que darle un adjetivo a cada uno, ¿cuál sería?
Evan sería amable, Aelia abnegada y Julian pragmático.
Era importante para mí que uno de los protagonistas fuese amable, dado que tiende a ser algo de lo que veo renegar a muchos pacientes. “Me gustaría ser malo para no sufrir”, me dicen, pero creo que ese camino puede llevar a ganar alguna batalla, pero finalmente a perder la guerra. En eso sigo a Tolkien, quien cree que es la mano pequeña la que salva al mundo.
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¿Te ves a ti mismo en alguno de los personajes que escribiste?
Julian me recuerda mucho a mí cuando era adolescente, pero a medida que los años fueron pasando intenté combinar mi forma de ser con aspectos de alguien como Evan.
Por otro parte, las lecciones que le da Aelia son las mismas que me he repetido a mí mismo para lograrlo y que sigo compartiendo con muchos pacientes.
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Dos de nuestros protagonistas se pueden ver como dos caras de la misma moneda, pero en contextos muy distintos. ¿Cómo afecta eso al desarrollo de los personajes?
Efectivamente, sin ser estereotipos o prototipos ideales, me interesó que Evan y Julian ofrecieran dos respuestas diferentes pero realistas, coherentes y racionales al problema del dolor y la indefensión humana. Son opuestos desde el comienzo por sus orígenes, pero es este decidido enfrentamiento con la vida misma y el desafío que ello supone lo que comparten hasta el final.

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El libro habla sobre las decisiones que tomamos, pero aún más sobre las decisiones que hacen por nosotros. ¿Crees que es algo con lo que los lectores puedan verse identificados?
Está esa tensión en el libro, efectivamente, entre las decisiones que podemos tomar y las que son tomadas por nosotros. Pero si intenté enfatizar algo fue que muchas veces pensamos (o preferimos pensar) que la decisión ya está tomada y no por nosotros, que no nos queda otra, cuando en verdad siempre, aunque sea en última instancia, podemos tomar una decisión. Esto no quiere decir que no tenga costos, o que sea la decisión correcta, pero es una decisión.
A pesar de todas las imposiciones, que sufren tanto los personajes como todos nosotros en la vida real, hay algo que me parece se relaciona con la dignidad. En último término, aunque sea en un espacio muy pequeño, marginal, podemos tomar una decisión con qué hacer con aquello que se nos impone. Ahí, aunque sea en una decisión, seguimos siendo libres y soberanos.
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¿Qué van a encontrar los lectores en Haven?
Creo que sobre todo van a sorprenderse. En la mayoría de las historias de fantasía los protagonistas liquidan a los “malos” y parece no haber ninguna consecuencia en ellos, ningún trauma después de matar a otros, aunque sea por las mejores razones. En Haven, por el contrario, cada acto tendrá su consecuencia, ya sea en el mundo exterior o en el interior de los personajes.
Por otro lado, aunque muchos elementos serán fácilmente reconocibles por todos, como las espadas, armaduras, castillos, incluso los varaluces —que son un guiño a los lightsabers de Star Wars— el cómo transcurre la historia es bastante diferente a lo que comúnmente nos encontramos en el género, tanto en la relación entre los personajes como en lo que sucede con ellos.
Si logro mi cometido, al final sentirán sorpresa, pero al mismo tiempo tendrán una sensación de que las cosas no podían darse de otro modo, y que cada paso de los personajes los llevó a ese desenlace.
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